jueves, abril 20, 2017

Raúl Zurita: el documental

La primera vez que oí recitar a Zurita fue en Libertad 8. Me quedé impresionado ante su intensidad a la hora de leer pues parecía con su voz hendir las palabras, mellarlas, mientras sus manos, sus muñecas se retorcían en un proceso de concentración y de dicción cada vez más intenso. Era impresionante escucharle, hipnótico. Luego, no recuerdo quién fue, si fue Paco Sevilla o Julio Santiago u otra persona, me animó a ir a cenar a la taberna que había metros más para allá. Allí también quisieron hacerle un homenaje y habían preparado una larga mesa dispuesta para acogernos a todos. Entonces coincidí muy cerca del poeta y ahí es cuando ante mis preguntas sobre su libro Anteparaíso y las palabras que entonces grabó por unos momentos en el cielo neoyorkino, le pregunté por el amoniaco. Él me respondió sonriendo que no, que había una gran cantidad de agua en la botella y un poco también de amoniaco. Paco, divertido, le echó encima una retahíla de preguntas y Zurita negaba una detrás de otra muy divertido. Nos mirábamos a los ojos y sonreíamos. Fue una noche muy especial y muy agradable. Años más tarde volví a coincidir con él en el Círculo de Bellas Artes. Sentados al fondo aparecían mi amigo Bolo, Fran Cenamor y otros que no recuerdo sus nombres rodeando a Zurita. Le saludé a Zurita y creo que le recordé que habíamos coincidido una noche en Libertad 8 y luego cenando. Estuvieron entrevistándole las personas que había allí, mientras Fran y yo conversábamos de nuestras vidas tranquilamente. Había otro poeta pero no recuerdo su nombre. Al marcharse, Bolo se acercó al maestro y me presentó como un gran poeta a lo que Zurita respondió con una intensa mirada. Yo le aguanté la mirada a Zurita hasta que decidimos irnos. La verdad no sé por qué estuvimos así mirándonos pero siempre que lo recuerdo me agrada recordar al poeta de esa manera. Hasta hoy.

Cito del PlayGround Magazine: "Escribió Raúl Zurita en 1984 a modo de introducción de su libro Anteparaíso (Visor) que: "El hecho es que hacemos literatura, arte música, sólo porque no somos felices. Eso son todos los libros que se han escrito, todos los grandes trabajos de arte. No hemos sido felices".
Aquí va el enlace del artículo de Alberto del Castillo en Playground Magazine:

No hay comentarios: