viernes, junio 16, 2017

Otro final

Vertí mascarpone al smartphone
mientras el agaporni cantaba Love me tender, love me too....
La Tierra quedaba atrás arrasada
un enorme vivero circular
cruzaba el espacio interestelar
en busca de un mundo
al que condenar.
Se oía aquella canción por toda la nave
rodeada de la más impenetrable
oscuridad.
Los robots que viajaron conmigo
abrieron la puerta del dormitorio,
¿o fue en el mismo laboratorio
donde dieron muerte al último brote
vivo de la humanidad?
El planeta azul con su personal
atmósfera,
me aseguraba que todo fue un sueño.
Un sueño nada más
si encontramos un lugar como este
para que volvamos a suspendernos en el vacío,
¿qué es nuestra vida en la eternidad?
Por si acaso podríamos encontrar una razón
en el nuevo mundo.
Aunque tal vez se encuentre en nuestro propio cerebro
entre neuronas y conexiones sinápticas,
entre órdenes de transferencia superiores e inferiores,
entre las múltiples dimensiones que hacen
pensarnos aquí para salir allí.
Tal vez seamos nosotros la única respuesta
a nuestras viejas preguntas
y el único motivo, el Amor.

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